Cuando hace unos años apareció YouTube, la categoría del vídeo online estaba empezando. Hasta entonces, en realidad, tampoco se podía esperar gran cosa en este terreno, porque las conexiones a la red no tenían la calidad que tienen ahora (o incluso la que tenían en 2005 cuando YouTube apareció en el mercado) y no iban a ser capaces de soportar el tráfico de subida y de bajada. El servicio pronto empezó a tener éxito, las cifras de visionados fueron escalando y escalando y no mucho después de su lanzamiento la compañía fue comprada por Google por una cantidad que entonces era elevada (unos 1.650 millones de dólares). Hoy, YouTube es, posiblemente, el lugar más visitado de la red y sus contenidos son cada vez más variados y tocan cada vez más y más áreas.
Este crecimiento de YouTube ha hecho que los internautas la tengan como uno de sus destinos principales de navegación y que su uso se haya popularizado de forma asombrosa. De hecho, YouTube es la competencia directa de las grandes redes sociales y de muchos sites que tenían grandes cantidades de tráfico.
Pero a pesar de ello, las estadísticas dicen que al final la relación de los internautas con el portal de vídeos es un tanto agridulce. Es un ‘ni contigo ni sin ti’, como bien se puede ver analizando lo que hacen y lo que creen. Los consumidores siguen acudiendo en masa a YouTube y siguen viendo contenidos y más contenidos en la misma, pero al mismo tiempo no se fían de los comentarios y creen que es mucho más posible que esta plataforma sea un ‘antro de trolls’ de lo que lo creen de otros escenarios online. Si a eso se suma que consideran que sus anuncios son de los más molestos de la red, se puede ver la foto completa.
La posición de YouTube dentro de los rankings de confianza del consumidor es bastante baja (al menos en lo que a publicar contenidos propios se refiere). Según el 2017 Digital Trust que ha elaborado BI Intelligence, solo el 4% de los internautas encuestados siente que YouTube es la plataforma más segura para participar y para publicar contenidos. De hecho, estos datos colocan a YouTube directamente en la cola. Hasta Twitter, que tiene una cierta fama de ser un paraíso para los trolls, obtiene mejores resultados de los que logra YouTube.
Y esto se puede convertir en un problema para la red de vídeos, como apuntan en las conclusiones del estudio, ya que puede afectar a cómo ven los anunciantes la plataforma y cómo deciden invertir en ella. Las decisiones de inversión en publicidad de las marcas pueden verse afectadas por esta situación. Las compañías podrían limitar su inversión publicitaria partiendo del principio de que no quieren verse representados en un entorno lleno de trolls. Teniendo en cuenta lo que ocurrió hace unas semanas con el escándalo YouTube y la espantada de algunas grandes marcas de la red de vídeos, el riesgo es más tangible de lo que parece.
Igualmente esto implica que los internautas se sienten menos tentados a compartir información y contenidos propios dentro de YouTube, pero en realidad este punto importan menos, porque YouTube no es visto exactamente así.
De hecho, los consumidores no lo ven como una red social (un espacio en el que ver contenidos pero también publicar contenidos) sino más bien como una plataforma de vídeo (un lugar en el que simplemente ver contenidos). Lo importante no es compartir, sino consumir. Y ahí es donde YouTube triunfa de forma masiva y lo que hace que los consumidores se sientan llamados por el site. Para ellos es un espacio en el que encontrar contenidos, para ver lo que están contando los demás.
Source: Puro Marketing