La información es un elemento especialmente valioso para las marcas. Las empresas necesitan datos, necesitan acumular toda la información posible, ya que los datos se han convertido en una de sus fuentes principales de riqueza. Gracias a los datos, pueden conectar mejor con los consumidores porque son capaces de adelantarse a sus necesidades. Gracias a los datos pueden saber qué productos triunfarán, las razones por las que lo harán o en dónde están los fallos a la hora de hacer una mejor estrategia. Pero para obtener esos datos antes necesitan que los consumidores ‘liberen’ esa información.
Las compañías emplean diversos métodos para conseguir acumular datos. Emplean, por ejemplo, diferentes sistemas tecnológicos para acumular datos casi sin que nadie se dé cuenta y usan diferentes artimañas para lograr conseguir más y más datos de sus consumidores. La promesa de un bono descuento para celebrar el día del cumpleaños, el acceder a alguna oferta exclusiva si se cubren ciertos datos personales, etc.
Las marcas son proactivas a la hora de cosechar información y esperan que los consumidores se la ofrezcan fácilmente, lo que, por otra parte, resulta cada vez más difícil y complicado. Los consumidores son cada día más y más reticentes a la hora de ofrecer datos a las marcas y de permitirles que accedan a toda esa información personal que desean y que cada día están menos dispuestos a compartir.
Los consumidores se han vuelto desconfiados y reticentes en lo que a la información se refiere, ya que empiezan a ser más conscientes que nunca del poder de los datos y empiezan, por tanto, a ser menos ingenuos en lo que respeta a para qué y cómo usan las marcas esa información. Además, saben que la información no es solo valiosa para las marcas, sino también para un ecosistema mucho más amplio y oscuro. Los diferentes agujeros de seguridad que han protagonizado diferentes marcas no han hecho mucho por paliar esa preocupación creciente.
En definitiva, a pesar de que las marcas están más deseosas que nunca de información y datos, los consumidores son cada día más desconfiados y más reticentes a darlos. Según un estudio del Chartered Institute of Marketing (CIM) sobre la cuestión, el 57% de los consumidores no confía directamente en las marcas a la hora de darles información. Es decir, no quieren que las marcas tengan sus datos personales.
Los consumidores no solo son reacios a compartir información, sino que además no ven ningún beneficio en hacerlo. Un 70% asegura que no encuentra ninguna ventana en dar sus datos personales a las empresas.
Por qué no quieren dar datos
¿Qué preocupa a los consumidores? Su principal preocupación está en el potencial negocio que pueden hacer las marcas con potenciales terceros usando sus datos. Un 40% de los consumidores está preocupado con el hecho de que las marcas pueden usar sus datos personales y dárselos a terceros sin su consentimiento expreso.
No es una cuestión baladí, ya que los consumidores sienten que eso ya ha ocurrido. Más de la mitad de los consumidores encuestados asegura que ha recibido mensajes de empresas que, según ellos, han usado mal sus datos para ello. A esto hay que sumar que los consumidores están preocupados ya que en realidad no saben qué está pasando con sus datos. Un 31% de los encuestados asegura no tener ni idea de lo que las marcas están haciendo con su información.
Los propios marketeros no dan sus datos
Pero sin duda el dato más impresionante del estudio y el que demuestra mejor la desconfianza existente entre consumidores y marcas está en los propios marketeros. Un 68% de los marketeros reconoce que, cuando son civiles, son bastante reacios a dar sus datos a las marcas ya que saben demasiado bien lo que estas harán con ellos.
Las consecuencias de usar mal los datos, por otra parte, son bastante duras para las marcas. Si los consumidores sienten que han sido engañados o que sus datos no están siendo bien usados, se sienten inclinados a tomar medidas. Un 45% de los consumidores asegura que rompería relaciones con una entidad si esta emplease sus datos de un modo que le hiciese sentir incómodo.
No todo está perdido, sin embargo, y las marcas podrían conseguir que las cosas fuesen menos terribles para ellas en su cosecha de información si cambiasen las reglas del juego. Un 67% de los consumidores reconoce que daría más datos personales a las marcas si estas fuesen mucho más claras a la hora de abordar cómo usan esa información.
Source: Puro Marketing