Quien ayer entrase en Twitter a última hora de la tarde, se habría encontrado a un producto de Apple como trending topic y no solo eso sino que además Twitter le había dedicado un emoticono especial. Si se hubiese hecho un recorrido por los medios que estaban publicando en ese mismo momento, habría encontrado también una amplia cobertura sobre lo que Apple estaba haciendo y diciendo, ya que Apple es la reina de la cobertura mediática y una firma que ha logrado una posición casi imbatible en la que todo el mundo habla de sus productos, casi sin que importe lo que presente o el que – de entrada – no se sepa nada sobre ellos.
Pero el que todo el mundo estuviese hablando de Apple y el que todo el mundo parezca hoy totalmente decidido a hacerse con el nuevo iPhone 7 (que no llegará hasta dentro de un tiempo al mercado y que lo hará a un precio no apto para todos los bolsillos) no quiere decir, sin embargo, que todas las cosas sean de color de rosa en el mundo de Apple. Cuando murió Steve Jobs, el fundador de la misma y quien había sido capaz de reinventarla en los 90 para convertirla en lo que ahora es, muchos fueron los analistas que hablaron del temor a que Apple dejase de ser una firma visionaria, la compañía cool que dice a los demás lo que debe gustarles, ya que sin Jobs se quedaban sin una suerte de faro. Tim Cook, su heredero, tuvo que demostrar que sabía dónde le habían dejado la firma y lo que había que hacer en el siguiente paso.
A pesar de esta transición y a pesar de que Apple sigue encabezando rankings de empresas líderes y de marcas más valoradas y valiosas, hay quienes empiezan a ver como la marca se está resquebrajando y empieza a dar síntomas de cansancio. O, como apunta un analista en Quartz al hilo de la presentación de ayer, empiezan a ver que Apple se está convirtiendo en una marca aburrida.
¿Qué es lo que hace que Apple haya cruzado la línea hacia las empresas del montón?
Parafraseando al analista de Quartz, empieza a ser como Hollywood y las secuelas de sus películas, que acaban pareciendo más de lo mismo. Los productos que presentó ayer no son, si se analizan con frialdad, muy diferentes de los que llegaron en 2014. Sus productos se están empezando a convertir en versiones de ellos mismos. Los smartphones han sido actualizados y el Apple Watch modificado ligeramente, pero todos siguen siendo caros y siendo más o menos iguales en el corazón del producto a lo que antes eran. Como lamentan en el análisis, ya no hay un ‘y una cosa más’ de las presentaciones del pasado y la gran sorpresa de siempre fue cambiada, al final, por una actuación de 10 minutos de la cantante Sia.
Apple quiere – y necesita – que sus productos se conviertan en grandes protagonistas de las ventas durante la próxima campaña de Navidad, pero quizás no se hayan convertido en esos grandes disruptores que se podían esperar.
Y el cómo iba a ser este iPhone y hasta el cómo se iba a llamar no era, además, una cuestión baladí. Los analistas apuntaban hace unos meses que el nombre era algo crucial, ya que Apple necesitaba que sonase diferente, que pareciese realmente nuevo (y que lo fuese, al final) para romper la racha descendente de ventas de iPhones de los últimos años. Apple está lejos de estar en crisis o de verse realmente apretada en cuestiones económicas por el descenso, pero este está ahí y empieza ya a preocupar a inversores y analistas.
¿Ha dejado de ser Apple cool?
Y es que este año, por primera vez en trece años, Apple tuvo que presentar unos resultados financieros en los que se registraba una caída en los ingresos. La compañía acusó a los «fuertes vientos macroeconómicos en contra» (un clásico de las presentaciones de resultados) pero los análisis recordaron rápidamente que Apple estaba perdiendo pie por culpa del iPhone. El iPhone había dejado de ser ese buscado objeto de deseo y con ello Apple empezaba a perder peso como marca cool.
La compañía había visto como el terminal había perdido cierta condición de objeto deseable y deseado y cierta condición de símbolo de estatus. En China, donde los consumidores los compraban no bien salían las últimas novedades como muestra de estatus, el brillo del iPhone se está empezando a apagar. Los consumidores ya no creen que sea la única manera de marcar su estilo de vida y empiezan a migrar hasta las propias marcas chinas.
A todo ello se sumaba que los nuevos productos que Apple está lanzando intentando encontrar el nicho de su nuevo iPhone, su nuevo producto revolucionario, no están acabando de cuajar, como ocurre con el Apple Watch.
Source: Puro Marketing